La cistoscopia es una prueba diagnóstica que se realiza para observar, diagnosticar y tratar algunas patologías que afectan a la uretra y a la vejiga. Es una de las exploraciones más comunes en urología.
Para realizar la cistoscopia se utiliza un sistema óptico llamado cistoscopio que es una sonda con una cámara en el extremo que permite al urólogo ver toda la pared vesical y determinar a través de un monitor externo, con imágenes ampliadas y a tiempo real, el tramo de vía urinaria que comprende la uretra, vejiga y en el caso de los hombres, la próstata.
Cuando se realiza esta prueba, se suele poner una solución salina estéril a través del cistoscopio para llenar la vejiga del paciente y así facilitar la visualización de la zona.
Al infundir la solución salina, el paciente puede tener ganas de orinar, pero la vejiga debe permanecer llena hasta completar el estudio.
La intervención puede durar entre 10 y 20 minutos. Días más tarde, el paciente puede tener ganas de orinar de forma frecuente, molestias al orinar o un ligero sangrado. Por este motivo, se le indicará que beba mucha agua y si persisten los síntomas consulte a su médico para evitar posibles complicaciones.
A pesar de introducir instrumental quirúrgico por el orificio urinario, no es necesaria ninguna preparación previa del paciente. Sólo es recomendable orinar justo antes del procedimiento para facilitar la visibilidad.
La cistoscopia se realiza en el caso en que se tengan que confirmar o visualizar patologías como:
Además se utiliza a nivel quirúrgico en el caso de:
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